En algún momento de nuestras vidas nos han ofendido, maltratado o nos hecho daño , hoy ayer o quizás hace mucho tiempo y no logramos olvidarlo, no nos merecíamos aquella ofensa ,aquella traición, aquella falta, aquel rompimiento, que se nos quedó grabada en lo más profundo de nuestros pensamientos, donde sigue doliéndonos.
No somos ni seremos los únicos; en tal situación todos vamos transitando
en esta calle llamada vida donde hasta las personas bien intencionadas se
lastiman u ofenden unas a las otras, un amigo nos traiciona el padre o la madre
nos maltrata, nuestra pareja o conyugue nos abandona. La filosofa Hannah Arendt
describió que la única fuerza capaz de detener la corriente de los recuerdos
dolorosos es “la facultad de perdonar”
Siempre hemos creído que el perdonar es un regalo un
obsequio que le damos a nuestro agresor por así decirlo, mas sin embargo es un
regalo que nos damos nosotros mismos, al perdonar el mayor beneficiado es uno
mismo, pero
Para las personas sin
embargo perdonar no resulta tarea fácil es una acción que nos
parece casi anormal. Nuestro sentido de la justicia nos dice que el
ofensor debe pagar por el daño que hace. Pero perdonar puede obrar una milagrosa
especie de cura incluso de reconciliación.
El odio de nuestra natural
reacción a las ofensas graves e injustas surge con mayor facilidad; un hombre divorciada desea que su ex esposa sea muy desdichado con su
nueva pareja, la mujer que ha sido traicionada por una de sus amigas espera que la desleal sea
despedida de su empleo. Pasiva o agresivamente, el odio es un cáncer que crece, que se extiende y que ahoga en
nosotros toda alegría y amenaza nuestra salud misma. Perjudica más a quien lo
siente que a la persona aborrecida; como liberarnos de un resentimiento, he
aquí algunos principios que pueden guiarnos por el camino del perdón.
Encarar nuestro rencor: ninguno de nosotros está
dispuesto a reconocer que odia a alguien o desea mal a alguna persona así que
solemos ocultar nuestro resentimiento aun de nosotros mismos. Pero la furia
reprimida hierve bajo la superficie e infecta todas nuestras relaciones.
Reconocer que sentimos
rencor nos impulsa a tomar una decisión en cuanto a esa facultad que llamamos
perdonar, debemos admitir lo que haya ocurrido, encararnos a la otra
persona diciéndole me haz ofendido y librarnos de esas cargas y rencores,
perdonar y sanar por nosotros mismos para nuestro propio bien.
No desistamos de perdonar
de niño Clive Staples Lewis el erudito ingles autor de maravillosas obras para
niños fue cruelmente maltratado por un maestro de escuela durante la mayor
parte de su vida, no fue capaz de perdonar a aquel maestro y esa imposibilidad
lo atormentaba pero poco antes de morir escribió a un amigo “hace una semana
apenas advertí que por fin había yo perdonado al maestro de escuela que
en tal punto oscureció mi niñez durante mucho tiempo había intentado
perdonarlo más cada vez que creía haberlo conseguido llegaba a la
conclusión de que tenía que probar de nuevo pero esta vez estoy
seguro de que ya he perdonado a ese hombre.
Cuando el árbol de la
amargura logra penetrar con sus raíces nuestro corazón, éstas consumen la vida, fuerza y gozo del ser humano. La vida se
torna caótica, difícil, oscura, triste, y lamentablemente éste árbol comienza a
exhibir sus amargos frutos, transmitiendo (con el estilo de vida y palabras) su
mortal semilla en otros corazones.
Resultados del resentimiento: El resentimiento es un
sentimiento hostil, alimentado por el recuerdo de una ofensa o daño recibido,
(es la falta de perdón).
Es difícil prescindir del
hábito de odiar y a diferencia de lo que sucede con otros malos hábitos,
por lo general tenemos que intentar librarnos de él muchas veces antes de
conseguirlo, en definitiva cuando más honda sea la ofensa tanto más tardaremos,
pero poco a poco triunfaremos. Se han escrito persuasivos argumentos contra el perdón. Hay quien opina que perdonar es
injusto pues el ofensor debe recibir su merecido otros dicen que perdonar es
una muestra de debilidad, Bernard Shaw decía del perdón que era el refugio de
los mendigos. No estoy de acuerdo con la venganza, jamás se logra el empate,
sujeta al ofensor y al ofendido a una interminable cadena de represalia que nos
llevaran a sentirnos más desdichados e infelices, Mohadma Ghandi estaba en lo
justo al decir que si vivimos todos guiándonos por la justicia basada en
el ojo por ojo el mundo entero acabara ciego, muchas veces debemos
reconciliarnos con nuestro enemigo o con quien nos faltó en determinado momento
para simplemente no perecer ambos en el circulo vicioso del odio
Perdonar rompe los barrotes
del dolor que encarcelan la mente y abre el umbral a nuevas posibilidades;
Perdonar no es acceder a
las condiciones del otro, perdonar es librarnos de esos sentimientos que nos
consume llamados rencor y resentimiento.