Muchos hemos escuchado esa
hermosa reflexión de facundo Cabral sobre la depresión, y en una
de sus partes dice que “la
vida no te quita cosas ella te libera de cosas” y en la gran mayoría de casos esto
es cierto, la vida con su gran sabiduría muchas veces nos libera de personas,
situaciones, relaciones y obligaciones que más que traernos bienestar, nos estancaba, y nos sumergía
en un estado de apego que no nos dejaba crecer ni mejorar
Es muy normal
que en este transitar que todos llamamos vida, en algún momento sintamos en
nuestro interior que perdemos cosas,
oportunidades, amigos, amores. Y ante la aparente pérdida, nuestro orgullo toma terreno haciéndonos sentir desdichados.
Cuántas veces el hecho de desear alguna cosa
nos quita la serenidad y al no conseguir algo que creíamos necesitar, vivimos malestares depresiones y
hasta nos torturamos mentalmente.
Está claro que una de las mayores causas de infelicidad son el deseo y el
apego, esos que nos hacen sentir
necesitados de algo o de alguien y que nos conduce a una búsqueda constante
de ese algo que podría genere alguna sensación de bienestar en nosotros.
En nuestro afán de mantener bienes o personas a nuestro lado, muchas
veces dejamos de disfrutarlas, y nos
aferramos a lo que nos genera felicidad temporal, y ante la sencilla idea de
perderlo, nuestra vida se desestabiliza. Creemos las cosas nuestras, las
hacemos nuestras, inclusive a las personas, y cuando se marchan, sentimos gran
sufrimiento, por el apego y el deseo que
hemos desarrollado.
Algo muy importante, que en algunas ocasiones genera
controversia, es que confundimos apego y deseo, con amor y cariño, el apego y
el deseo son la muestra de que “quiero esto para que me haga feliz”, mientras
que el amor, está libre de mente, es un sentimiento puro que no tiene nada que
ver con la situación, algo como: “te amo y quiero que seas feliz”, o “te amo mas no te necesito para ser feliz”
esto independientemente de la relación que los una y el estatus de la misma.
Nuestra vida es un aprendizaje continuo, nos topamos
con personas, situaciones, lecciones, que están allí para nuestro bien (aunque
la experiencia no sea grata). Cuando sentimos que la vida nos ha quitado algo,
dejamos de lado nuestra fe en el funcionamiento de la misma, nada se nos quita,
solo nos propone nuevos capítulos de aprendizaje y si estamos atentos, quizás
podamos aprender de las situaciones. Porque cada situación cada adversidad esta
puesta para enseñarnos y hacernos más fuertes, y mejores personas