Creo y estoy más que seguro que cada persona de este mundo, en algún momento
o en muchos momentos de su vida a sentido eso a lo que llamamos duda. Pero que
es la duda que significa dudar: una duda es una indeterminación
entre dos decisiones o dos juicios. Se trata de una vacilación que
puede experimentarse ante un hecho, una noticia o una creencia.
Como vimos en la definición de duda. Esta es una indeterminación una indecisión
entre dos cosas, si bien en muchos casos las indecisiones traen a corto o
mediano plazo, consecuencia como el
arrepentimiento a corto o largo plazo, muchas veces también pasa lo contrario,
pues el dudar a veces nos aleja, y nos
rescata de cometer u hacer cosas que a la larga nos traerán consecuencias
desfavorables
Muchas o la mayoría de veces pensamos que la duda es algo que que nos causa incomodad y nos inquieta en nuestro que hacer
o labores humanas. Sin embargo, ella
genera un sincero movimiento emocional
que nos estaciona en las situaciones y
nos conecta con ellas.
Hay que ser confiados, es la baza o lo que dicen muchas personas, y se
entiende por confiar aquello que nos da la ligereza, la velocidad y nos deja
sin posibilidad de procesar lo vivido, lo relacionado o lo por vivir.
La duda es esa facultad que tenemos de pararnos en nuestras propias esperanza, en lo que otros
nos quieren, ofrecer, dar o vender, en las muchas seducciones a las que estamos
expuestos. Ella nos permite ser lentos, tomar nuestro bastón y detenernos para
examinar, saborear, y dejar que se enciendan nuestras alarmas humanas,
señalándonos que algo no se parece a lo soñado o idealizado.
La duda y la sospecha son distintas, aunque son peses de un mismo estanque.
La sospecha surge luego de hallar pistas, rastros, detalles que muevan nuestra
duda hacia el otro, y si bien es necesaria, nos pone a la defensiva y pone la
atención mayor en esa costura que acabamos de hallar. La duda, en cambio, se
trata de algo que deberíamos contener como parte del vivir. Alinearnos con
ella, ya no como la sospecha que tensa e inhibe, sino como una forma sana de
ese darnos un tiempo, de valorar lo
humano sin exigirle lo que no es posible, y el evaluar nuestra capacidad de cargar o vivir lo que
allí está, se constituye en algo sano y oportuno en tiempos cuando la sobrevivencia
nos atropella.
Ese vivir alerta, despierto, con y en nosotros, marca una radical
diferencia y dibujará otro panorama, por ejemplo en el plano de relaciones,
donde sometemos a los otros a nuestro mundo inhumano de expectativas, y
simplemente nos sentamos a esperar cómo el otro ha de fallar, para siempre
quedarnos en la, tan familiar, frustración. Quien alberga la humana duda,
reconoce lo realmente importante, lo sagrado, y no se apresura ni a
sobreestimar, ni a desestimar, antes de que ello tome su asiento en nosotros.
A veces, no es agradable albergar duda, porque imaginamos un mundo
fantástico donde ella no cabe. Dudar es incómodo, es esa mancha en lo puro, ese
matiz que si bien no da uniformidad, da siempre posibilidad.
Tengamos en cuenta que todo en exceso es malo, así que no vivamos en un
mar de dudas, usemos esta para evaluar, mejor las situaciones a las que estamos
expuestos cada día,