Muchas veces no nos damos o no nos queremos dar cuenta el gran poder
que tienen nuestras palabras, y casi siempre y sin pensar las arrojamos a los
demás como fuertes rocas, o delicadas flores, todo depende de la actitud, ánimo
y el sentimiento que pongamos en ellas, ya que las palabras son una gran fuente
de motivación y desmotivación para las demás personas,
Todas las personas o en su gran
mayoría somos sensibles al lenguaje, esto se trata del uso y el abuso de la
palabras, en muchos casos una palabra emitida
para juzgar cualquier comportamiento en particular hace descender el
nivel de motivación de manera inmediata, las expresiones mal intencionadas
dichas fuera de tiempo, pueden destruir relaciones como si de un castillo de
cartas se tratase, una palabra de enojo hacia alguien en público pueden causar
daños irreparables, en relaciones amistades, y luego cuanta energía gastaremos
para lograr que las cosas vuelvan a su cauce original, cuanto tardaremos en volver
positivo y cálido ese clima que hicimos negativo y frio con aquellas palabras
fuera de tono, o destempladas, porque no pudimos contener el furor, o no
pensamos antes el poder destructivo que algunas palabras dichas sin pensarlas
pueden provocar
Muchas veces no nos detenemos a pensar cuantas, relaciones personales y
laborales, matrimonios, hijos han pasado por largos momentos de incomodidad y
desavenencia, por culpas, de no haber
pensado mejor las cosas antes de decirlas, por dejarnos llevar por los
sentimientos ,dejarnos controlar por ellos,
como dije anteriormente las palabras tienen un gran poder de motivar y
desmotivar, a quienes se las arrojamos, pueden ser hermosos lirios, o duras
rocas que chocan en la cara del que la recibe
El poder destructivo y constructivo
de las palabras es tan grande que muchas veces no logramos ver el alcance que
tienen, y como todo lo que se hace sin responsabilidad, sin detenernos a pensar,
en lo que eso puede afectar a los demás, trae en muchas ocasiones un sentimiento
de culpa y esos remordimientos posteriores, cuando preferimos palabras,
injustas, sin antes pensarlas, y fuera de tiempo y de tono
Hay un famoso dicho que dice las
palabras se las lleva el viento, pero en la mayoría de casos no es así, las
palabras no se las lleva el viento, las palabras dejan huellas, tienen poder e
influyen positiva y negativamente en los demás, las palabras pueden aliviar o causar muchas
heridas a quienes se las decimos... Por eso los antiguos griegos decían
que la palabra era divina y los filósofos elogiaban el silencio
Con insistencia debemos pensar en el
poder que tienen las palabras y cuidar lo que pensamos. Ya que los
pensamientos se convertirán en palabras
y cuidar nuestras palabras ya que ellas marcaran nuestro destino y muchas veces
el de los demás. Meditemos sabiamente
para saber cómo y cuándo hay que comunicarnos y cuando el silencio es el
mejor regalo para uno y las demás persona. Se es verdaderamente sabio si se
sabe cuándo hablar y cuando callar. Pensar muy bien antes de hablar, calmarse
cuando se esté airado o resentido y hablar solo cuando se esté en paz
Recuerda que las palabras tienen un
gran poder y que el viento nunca se las lleva. Las palabras encierran una
energía que bien pude ser para bien o para mal. Recuerda “Una cometa se puede
recoger después de echarla a volar, pero las palabras jamás se podrán recoger
una vez que han salido de nuestra boca”
Recordemos siempre. Que en muchos
casos, ciertas palabras apagan la llama de la motivación: la persona gasta toda
su energía en defenderse y no le queda ninguna para crear, pensar o decidir
Mahatma
Gandhi dijo una vez
Cuida
tus pensamientos por que estos se convertirán en palabras
Cuida
tus palabras porque se convertirán en tus actos
Cuida
tus actos porque se convertirán en tus hábitos
Y
cuida tus hábitos por que se convertirán en tu destino