En el mundo existen muchas personas que contemplan la idea de que que otros, tienen obligación de solucionar sus problemas y necesidades, o a
hacerse cargo de sus responsabilidades, porque existe un vínculo afectivo entre
ellos. Y todo esto, sin mover un solo dedo, para conseguirlo, usando la manipulación
o valiéndose de los buenos sentimientos
de las personas que cargan con las
obligaciones, la comodidad y la pereza de quienes se resisten a crecer, a
madurar y a asumir la responsabilidad de sus vidas adultas. ¿Podríamos
considerar esto como justo?
También hay quienes han crecido con la idea de
que amar a otras personas , es llegar hasta el sacrificio de su identidad, de
su seguridad, sus sueños y su tranquilidad, en pro de complacer y seguir mal protegiendo a sus familiares adultos,
impulsados por una creencia de
responsabilidad y obligación, seguramente formada durante la etapa infantil;
Todo esto, con la consecuencia negativa de terminar sintiéndose víctimas
de la vida y del comportamiento indolente y abusivo de sus personas más
queridas.
Si en algún caso te
encuentras en alguna de estos trances, hay que tener bien en claro que
el esfuerzo que haces para darle tu ayuda a una persona irresponsable y
perezosa , será más desfavorable que favorable, porque además de deteriorarte física, mental y emocionalmente, estarás contribuyendo a que no asuma su responsabilidades, a que no pueda madurar a través de sus propias vivencias
y que no mejore su calidad de vida, con
el agravante, de que siempre serás culpable de sus aflicciones su infelicidad
sus problemas demás males y , de no conseguir lo que quiere justificándose por
su dependencia en ti .
Es verdad que
el acto de dar debe ser un acto total y desinteresado,
es decir, dar lo mejor de nosotros mismos
sin esperar obtener nada a
cambio. Pero, saber marcar ciertos
límites, cuando otras personas tratan de
aprovecharse de nosotros y los buenos sentimientos, que profesamos hacia ellos,
es nuestra obligación y derecho. ¡Hasta donde y hasta cuando!!
Debemos tener siempre en cuenta que las relaciones, son como una avenida donde los
autos van y vienen, por eso es necesario formarnos y saber dar y recibir de una manera desinteresada, consciente
y adecuada. La reciprocidad y el respeto a lo que recibimos de los demás, nos permiten tomar en cuenta y
agradecer el esfuerzo que hacen otros para complacernos y apoyarnos, creando
así, mejores relaciones. Saber dar, consiste en la gran mayoría de los casos, en hacerlo sin esperar recibir algo a cambio,
pero, también significa ayudar a otras personas cuando lo necesitan o nos lo
piden, mostrando que estamos dispuestos a recibir, sin que esto, se convierta
en una pesada carga de obligación para nosotros.
Cuando damos de forma libre y desinteresada,
al instante obtenemos una recompensa de satisfacción que se traduce en: entusiasmo,
felicidad llenura, paz, bienestar interior y vitalidad; es como si las arcas de nuestra prosperidad volvieran a llenarse de
abundancia. Si cada uno de nosotros estuviese dispuesto a ser considerado,
generoso, respetuoso, consiente y agradecido al momento de dar y recibir,
nuestras relaciones serían más plenas y satisfactorias