Es una recurrencia afirmar que
la vida, o mejor dicho el vivir, es en línea recta o siempre en un campo de
flores, sabemos que no, lo que sí es un hecho es que el objetivo fundamental de
este caminar es la transformación para nuestra propia evolución.
A
veces, con el dejarnos transformar, tarea muy difícil, haríamos del camino algo
más placentero, sin embargo inventamos la lucha permanente, quizás porque en
nuestra cultura de guerra, sintamos que hay que sufrir mucho para ir a lo
deseado y cuando llegamos a esto, tampoco era lo soñado.
Hay
tres obstáculos fundamentales, vienen de la mente y son los que nos anclan en
el sufrimiento, como si fuera un peaje inevitable, a veces paralizándonos y
dejándonos abandonados en un recodo del camino.
El
primero de ellos tiene que ver con concebir lo que nos pasa a manera de
meternos en una cueva y no en un túnel. La diferencia la constituye el hecho de
que en la cueva caemos inevitablemente en el desconcierto de saber si ésta
tiene fin, si lo que me queda es resignarme a vivir ahí, si se me ha negado la
luz como metáfora de solución.
La
otra manera de verlo implica hacer certeza de que todos nuestros caminos
oscuros o problemas son túneles y éstos tienen la luz al final, no sabemos
cuándo, ni dónde pero sabemos que existe y que la veremos. Sin duda es muy
distinto caminar dentro de una cueva que hacerlo en un túnel y esta visión
aligera la carga y nos impide caer en la desesperanza.
El
segundo obstáculo es el pensar y sentir que esto sólo me ocurre a mí que nadie
ha padecido lo que yo y que estoy solo en esto. Nunca estamos solos hay muchas
personas que padecen y tiene iguales o peores problemas, el cómo reaccionamos a
cada ellos el cómo lo enfrentamos si es tarea de uno mismo. Y recordemos que un consejo a destiempo puede verse como un
juicio.
El tercer obstáculo es la
sensación de que esto horrible que vivimos, se quedará en nosotros para
siempre. Todo lo vivido, pasa y está
moviéndose, transformándose en nosotros y necesita doler para que no lo echemos
en saco roto y en esos movimientos necesariamente se transforma generando, en
el mejor escenario, más madurez, mayor claridad, etc. Por lo tanto, nunca se
quedará estancado porque esto iría en contra de la esencia del vivir.
Cabe
destacar que una persona se queda pegada a una emoción, hecho o suceso, sólo
cuando éste le representa una ganancia secundaria (mayor atención de los demás,
una necesidad de venganza, convertirse en referencia, etc.) o cuando el alma
aún no está preparada para digerir la situación. Por lo tanto, como tanto lo he
repetido, salir de un proceso no depende de tiempo, si no de la actitud que
tomemos o el valor que nos demos, de la decisión que tomemos de querer cambiar o seguir iguales. Porque la
vida es un caminar un cambio constante, en nuestras manos tenemos ese gran
poder de decidir si cambiar para mejor o no
Tu vida no mejora por casualidad, mejora por el
cambio