Cada uno de nosotros es como una ola del
océano que visto de cerca pueden parecer patrones de unidades distintas pero
que de lejos constituye una unidad vasta y sin ego; somos parte de esta unidad;
creados a partir de ella que constituye la esencia de lo que somos; si bien al
poder observarnos tomamos formas específicas, adoptamos patrones y
personalidades. Nuestras almas son semejantes a las olas del vasto océano, solo
que forman parte del infinito universo del cual emergemos así como todo lo demás,
del universo de las ideas; así entonces una parte de nosotros, la que posee ego
está circunscrita a este universo físico, pero la otra existe a un nivel cuántico
de posibilidades infinitas, poderosa, pura y capaz de cualquier cosa, conectada
con todos los ritmos del universo, mientras más seamos conscientes de esta
realidad, mas entenderemos nuestro poder de obrar milagros, dejando atrás los
temores, añoranzas, ansiedades, dudas y odios.
Al percatarnos de esta unidad observamos
no solo nuestra individualidad sino la existencia y realidad, del todo del que
formamos parte, del mundo de las ideas de Platón, del inconsciente colectivo de
Jung, recuérdese que no todos observamos y entendemos todas las cosas de la
misma manera, cada persona tiene sus intenciones, recuerdos, imaginación, creatividad,
memoria y experiencias, cada quien participa de sus propias elecciones, pero la
parte universal de nosotros a la que pertenecemos no es afectada por nuestros
actos, no importa en que situación de la vida nos encontremos, siempre nos será
posible acudir a la parte universal del alma, al vasto infinito del potencial
puro y así modificar el curso de nuestro destino, debemos aprovechar esta conexión
entre nosotros y el alma universal para modelar nuestras vías, pues si bien en relación
a la teoría del caos las cosas son difíciles de predecir, así como los saltos cuánticos
y la imprevisibilidad de la naturaleza, el conocido efecto mariposa nos plantea
que el batir de las alas de una mariposa en Texas, puede días después,
desencadenar una tormenta en Tokio, no debemos subestimar los pequeños cambios
que podemos hacer en nuestras vidas, pues estos pueden tener grandes
consecuencias, nuestra orientación puede magnificar y multiplicar aquello que
hacemos, aquellos pequeños intentos y acciones, pueden provocar grandes cambios
en nuestros destinos.
Nuestra alma es el reflejo de todas las
almas, cada uno de nosotros somos el universo entero, somos el infinito visto
desde un punto localizado, nuestra alma es personal y universal al mismo
tiempo, la realidad de lo que podemos hacer radica en la intención y la atención,
en la observación que concentra nuestro poder; es como la información que
almacenamos en nuestra mente y que solo existe en forma potencial mientras no
la necesitamos; pero e el momento en que llegamos a necesitarla y en el momento
de evocarla, es allí cuando se presenta; aquello que queremos y deseamos esta allí
en el universo, solo necesitamos evocar con empeño y concentración para poder
materializarlo en la realidad. Al entrar en contacto con todo el universo
seguiremos participando en nuestras historias personales, no obstante lo
haremos conciencia, plenitud y jovialidad y nos percataremos sinceramente de
nuestro poder para cambiar nuestras.
