En la vida siempre que
deseamos obtener algo, alcanzar un objetivo, algo nos cuesta y es por esto que
el correr riesgos y la inversión es importante. Si ya sabemos lo que queremos,
si ya tenemos nuestros objetivos establecidos, lo que consideramos la meta más
importante, sea esto perder peso, ganar masa muscular, obtener un aumento de salario,
mejorar la salud, etc. con una claridad tal que ayudados por la imaginación
podamos visualizar que lo hemos conseguido por fin; entonces debemos averiguar
los medios necesarios que tendremos que poner en juego para conseguirlo, es
inevitable hablar de precios, pues es necesario conocer con la mayor exactitud
posible lo que va a costar la consecución de nuestro objetivo.
Stephen Covey hablando
de disciplina escribió que “Disciplina es
pagar el precio para traer esa visión a la realidad. Es abordar los hechos
duros, pragmáticos y brutales de la realidad y hacer lo que haga falta para que
ocurran las cosas”. Ahora bien, hay precios fijos que se conocen con
exactitud y que rigen para todos y hay precios que no son iguales para todos y
que dependen de las circunstancias y de la persona en cada caso, aunque independientemente
de esto siempre es posible una estimación previa, un ejemplo del precio a pagar
por un objetivo específico, sería el caso de los estudiantes, estas personas
sacrificaran su tiempo libre, horas de sueño, esfuerzo mental, gastos monetario
por desplazamiento y en algunos casos hasta distanciamiento social. Es por esto
que uno de los primeros pasos a dar, consiste en elaborar nuestra lista de
precios personal, tanto fijos como individuales, luego determinar si la meta
planteada vale lo que cuesta; una dificultad puede plantearse cuando la
información y los precios se nos ocultas y es que a veces tenemos una especie
de punto ciego para aquello que nos falta por lo que conviene escuchas siempre
las opiniones de los demás, claro está siempre sopesando cada opinión con
discernimiento y si no tenemos a mano quien nos de consejos confiables tomemos
como ejemplo a aquellos cuyas vida son un ejemplo, aquellos que se propusieron
metas como las nuestras, que recorrieron caminos parecidos a los que nos
proponemos recorrer y que lograron su cometido. Ahora bien ante todo, una vez
recopilada la información, debemos ser sinceros con nosotros mismos con la
finalidad de evaluar lo que nuestra meta va a costarnos, pues es muy tentador
saltarnos lo desagradable, ignorarlo u omitirlo y engañarnos; si en un momento
dado nos llegamos a preguntar ¿Qué estoy tratando de evitar?, allí
encontraremos la respuesta del precio oculto a pagar.
Aun así, una vez
determinado el precio a pagar podemos vernos tentados a tratar de eludir la
obligación, pues sin duda es una típica peculiaridad humana querer conseguir
algo con poco o ningún esfuerzo, por ocio, indolencia o miedo; una parte de
nosotros anhela en verdad el objetivo, pero cual multifacéticos somos, otras de
nuestras facetas no desea realizar esfuerzo alguno. En tal sentido tengamos
presente que la recompensa es lo que justifica lo que pagamos en la vida, la
obtención de la meta es la que hace que valga la pena nuestro esfuerzo, y por
tato, paguemos de buena gana!!
Un consejo final: El
éxito no siempre se compra; sucede que en ocasiones se da todo y se paga el
precio, y más aun a veces se paga el precio más de una vez sin obtener
resultado y sin alcanzar lo que se desea; cuando se nos cierran los caminos
pese a haber pagado el precio entero y correcto hay que enfrentarse seriamente
a la posibilidad de descartar ese objetivo, corregir el rumbo y enfilar nuestro
camino.